Aquella mañana Freya tenía mucho trabajo en el estudio, así que avisó a Jean-Paul de que llegaría tarde, que cenara y no la esperara. Desde que habían contratado a Angie, se sentía más tranquila de dejar a su pequeño con ella. Veía el cariño que tenía hacia los niños, su carrera de psicopedagogía le quedaba muy bien. Cuando salió del trabajo, decidió mandarle un mensaje a su esposo para avisarle que en unos minutos llegaría, pero en los últimos instantes borró lo que había escrito porque quizás ya estuviera durmiendo. Llegó cansada, y se dirigió primero a la cocina para tomar un vaso de agua. Cuando entró Jean-Paul la estaba esperando, lo notaba raro y su mirada confirmó aquello. —Amor, estamos con problemas económicos —Le dijo él—. Ha habido un problema en el trabajo y han despedido a un par de empleados, creí que podía zafar pero no tuve suerte y me tocó a mí. —Bueno cariño, no te preocupes, algo encontrarás —Freya siempre estaba mostrando su optimismo—. Además, todavía tenemos nues