Ir al contenido principal

Parte 4

Aquella mañana Freya tenía mucho trabajo en el estudio, así que avisó a Jean-Paul de que llegaría tarde, que cenara y no la esperara. Desde que habían contratado a Angie, se sentía más tranquila de dejar a su pequeño con ella. Veía el cariño que tenía hacia los niños, su carrera de psicopedagogía le quedaba muy bien.
Cuando salió del trabajo, decidió mandarle un mensaje a su esposo para avisarle que en unos minutos llegaría, pero en los últimos instantes borró lo que había escrito porque quizás ya estuviera durmiendo. Llegó cansada, y se dirigió primero a la cocina para tomar un vaso de agua. Cuando entró Jean-Paul la estaba esperando, lo notaba raro y su mirada confirmó aquello.
—Amor, estamos con problemas económicos —Le dijo él—. Ha habido un problema en el trabajo y han despedido a un par de empleados, creí que podía zafar pero no tuve suerte y me tocó a mí. 
—Bueno cariño, no te preocupes, algo encontrarás —Freya siempre estaba mostrando su optimismo—. Además, todavía tenemos nuestros ahorros.
—Es que... —Él no sabía cómo decirle, le había mentido. Había creído que por su cuenta iba a resolver el problema pero pasó todo lo contrario y ahora estaban con números negativos en las finanzas—. Es que me han despedido desde hace un mes, no te he dicho nada porque sabes cómo soy, busqué otras maneras, pero todo salió al revés de lo pensado.
—¿Qué me estás queriendo decir Jean-Paul? —Freya estaba preocupada. Había confiado en su esposo para la economía del hogar y ahora que veía cómo todo se venía a pique, apenas tenía fuerzas para escucharle.
—Invertí nuestros ahorros en algunas acciones y fondos común de inversión, confié en los que me metieron en ello, pero me estafaron y ahora le debemos una buena cantidad de dinero al banco —la cara de Freya se iba transformando—. Pero por favor amor, no te enojes, no te preocupes, podré sacarnos de esta. Solo te lo cuento porque bueno, el cumpleaños que habíamos decidido hacer dentro de un mes, para nuestro hijo, no tendrá que ser tan grande como lo planeamos.
—Me mentiste —esas palabras cayeron pesadas en el corazón de Jean-Paul—. Confíe en ti, no habría problema en que te despidieran pero me lo tendrías que haber contado, podríamos haber tomado una decisión juntos. Estoy cansada y la cabeza me ha empezado a doler, por hoy solo quiero ir a descansar. Mañana hablaremos —determinó con firmeza y se metió al baño.
 
Por un lado estaba enfurecida como una leona que cuida lo que quiere: su familia, todavía no sabía cómo el amor de su vida le había mentido. Siempre hablaban, creía que tenían buena comunicación, pero se daba cuenta de que claramente eso no pasaba. Se entristeció, antes de acostarse en la cama con su esposo se quedó en el baño mientras sus lágrimas caían y se miraba frente al espejo, sintiéndose una tonta que creía que todos le iban a decir la verdad. Su principio máximo era la honestidad y ella siempre era sincera, por lo que le molestaba cuando no lo eran con ella. Decidió no decirle nada a Jean-Paul, pero también decidió no salir igual que había entrado al baño. Esta vez iba a observar con otros ojos las situaciones y la confianza que tanto había valorado en su matrimonio, había empezado a caer, sin saber que esta situación no iba a ser la primera y la última. Se secó las lágrimas y salió.
 
Los días pasaron, su relación se tornó más confusa, cada vez hablaba menos con Jean-Paul, porque cada palabra devenía en una discusión, y llegaba más tarde a casa, no quería hablar de dinero, finanzas, deudas. Había contactado con un amigo de su padre y le había conseguido un trabajo temporario No iba a renunciar a realizarle el cumpleaños a su hijo que tanto había soñado para él. Una noche, cuando salía del trabajo vio en la pantalla de su móvil que Axel la estaba llamando, le pareció raro pero atendió.
—¡Hola Freya! Cuánto tiempo, te quería preguntar algo, si no te incomoda por supuesto —Axel llevaba una hora con el teléfono, marcando el número y borrándolo, hasta que había presionado el botón de llamar. Sólo quería comunicarle algo relacionado a unas investigaciones que estaban relacionadas con el campo de estudio de Freya, sin embargo, le costaba hablar con ella, escuchar su voz le hacía remover sentimientos en su interior. A Freya la llamada de Axel le pareció una buena señal del destino, tomar un segundo empleo no le iba a venir mal.
Media hora después se encontraban en un bar a medio camino de los dos, para discutir sobre el proyecto.
—Mira Freya, te quiero hablar sobre esta investigación, porque creo que podrías aportar mucho con tus conocimientos.
Le comento brevemente de qué se trataba. Ella estaba hermosa, no sabía si era el alcohol que estaban tomando, o el tiempo que no la veía, pero le costaba concentrarse. Freya por su lado, estaba centrada en todo lo que le estaba proponiendo y la idea le gustaba; era una oportunidad más en su vida para hacer lo que más amaba en su profesión y a su vez obtener un rédito por ello. Por un instante vislumbro que Axel le miraba de otra manera, sin embargo, deshizo esos pensamientos en su mente. Su amigo se había equivocado en su boda, Axel no sentía nada por ella, además era el amigo de su esposo. Cuando terminaron de hablar se despidieron y se prometieron mantener el contacto para poder seguir hablando de la propuesta, Axel la iba a poner en contacto con el Director del proyecto.
El camino en el coche lo hizo en silencio, pensando en el amor que había tenido por Jean-Paul; no podía ser dura con él, quería volver a tener la pasión y el cariño del comienzo. Cuando llegó a su casa tuvo una charla con su esposo y decidieron darse una segunda oportunidad, olvidando todo aquello que había dañado la relación. 
La relación comenzó de nuevo a navegar viento en popa. Volvieron las caricias, los momentos de pareja cuando el pequeño estaba dormido, los "te quiero" susurrados a media noche y los besos que deleitaron la pasión que había entre ambos. 
Jean-Paul se esforzó mucho por encontrar trabajo, Freya lo ayudaba buscando por Internet y, aunque no fue fácil, encontró dos grandes ofertas de trabajo de las cuales, en una de ellas, pasó a la entrevista final y terminaron cogiéndolo. Ambos estaban muy contentos, ya que, de esa manera, podían seguir haciendo frente a la deuda con la que vivían y que, con solo el sueldo de Freya, no era suficiente. Todo lo que podían ahorrar lo invertían en el pequeño que crecía muy rápido. Disfrutaron de él aunque la deuda los estuviera asfixiando y comenzaron a descansar cuando, dos meses después, subieron de categoría a Jean-Paul a subdirector por el gran sacrificio que hizo por la empresa. Les salvó de un estafador y es que ya tenía experiencia en esos asuntos. No iba a consentir ser estafado por segunda vez. 
Freya estaba tan contenta que preparó una cena romántica con champagne incluido. Hizo la cena que más le gustaba a Jean-Paul y decoró la mesa y su habitación con velas aromáticas que creaban un gran ambiente. Cuando él entró a casa y se encontró la sorpresa, besó a su esposa como si nunca lo hubiera hecho antes. Decidieron comenzar con el postre, comiéndose a besos el alma. Sus caricias eran llamas de fuego ardiente acompasadas con los latidos de su corazón; aquellos que seguían vivos y vibrantes de felicidad. No cenaron, prefirieron regalarse todo el amor que habitaban en ellos, todo el amor que distanciaron, todo el amor que aumentó cuando se enteraron de que Freya estaba de nuevo embarazada semanas después. Una celebración que les llevó una enorme felicidad.
Radiantes de alegría le hablaban a su pequeño de que iba a tener un hermanito o hermanita. Al principio no le hacía gracia, pero supieron cómo convencerle de que él sería el encargado de cuidarle y darle cariño cuando ellos no estuvieran. Le dieron la mayor responsabilidad de todas, hacer de hermano mayor. Todo era perfecto, todo era amor, pero nunca hay nada perfecto ni siquiera en el amor. Una oportunidad que subió tan rápido como la marea comenzó de nuevo a ahogar. Ya no pasaban tanto tiempo juntos y, cuando lo hacían, ninguno decía nada. Jean-Paul trabajaba hasta tarde y Freya le reclamaba su atención. Se sentía sola, desplazada, como un segundo plato al que nunca quería escoger.
—¿Qué quieres que haga? Tengo unas obligaciones a las que no puedo decir que no —se excusó molesto.
—¿Y aquí no tienes obligaciones? —le recriminó enfadada su esposa— El trabajo es importante pero nosotros lo somos más. Nuestro hijo necesita un padre con el que jugar, un padre que le bañe como lo hacía y los gemelos que necesitan escucharte —se acarició la barriga mientras lo decía—. Te necesitamos los cuatro.
No pudo retener las lágrimas y comenzó a llorar. Estaba más sentimental, más frágil y a Jean-Paul se le encogió el corazón de ver que había apartado de nuevo a su familia de su vida por un trabajo, por un sueldo al que parecía querer más. Se sentó a su lado y la abrazó. Ella le contestó el abrazo tan fuerte que consiguió romperlo, romperlo en pedazos al darse cuenta de que ya no sentía lo mismo que cuando comenzaron. Sin embargo, tenía una familia que debía mantener unida y lucharía para que no sufrieran y no les faltara de nada, al menos, lo intentaría. Pero, a veces, simplemente, no cosas no salen como se quiere.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Parte 2 (versión 2)

“Cuando tantos recuerdos se agolpan en la mente, a veces es difícil poder concentrarse en el presente”, se dijo Freya para sus adentros. Esa semana había estado más nostálgica que de costumbre. “No sé si será la edad o el clima”, se preguntó. Por la mañana, mientras se miraba en el espejo, se vio a sí misma cómo cuando tenía escasos veinte años. Y, en vez de estar colocándose cremas para que las marcas de la piel y el paso del tiempo no se notaran tanto, estaba pintándose los labios de un rojo intenso, que la hacían más firme, más segura de lo que era… Salió del baño de la universidad, con esa imagen juvenil en su rostro, mientras los muchachos se quedaban mirando su boca decorada por ese color que llamaba a la pasión o a lo prohibido. Su destino era la biblioteca, como lo hacía cada día después de su última clase, buscando más material para añadir a lo que su profesor de literatura le explicaba por casi dos horas. Mientras las pesadas pestañas de muchos caían a sumergirse en profundos

Parte 3

Con la llegada de su primer hijo el amor creció, se hizo más fuerte y se consolidó. No fue un embarazo buscado, había sucedido así, sin más, sin planearlo; sin embargo, la noticia de Freya al ver las dos líneas en el test, puso muy contento a Jean -Paul, quien la hizo girar en el aire mientras la sostenía por la cintura. Un par de meses después de su nacimiento decidieron casarse. Einar y Axel estaban en la boda, invitados por la cercanía de amistad con los enamorados.  Mientras bailaban sin parar, Einar se acercó a Freya y con sutileza, o eso creyó, le preguntó sobre Axel. —¿Por? ¿Qué pasa con él? —se quedaron en silencio, mientras la música a su alrededor iba en aumento. Freya lo tomó del brazo y lo llevó a una zona más alejada de la pista—. Vamos Einar, dime qué pasa. —No quería decirlo, pensé que te habías dado cuenta pero no ha dejado de mirarte en toda la noche. —No podía creer lo qué le estaba sugiriendo su amigo, encima en ese día tan especial para ella. Quizás era verdad, quiz